Cuando nos referimos a un contrato, inmediatamente nos viene a la cabeza un papel o documento con una serie de cláusulas o condiciones escritas, por el que dos partes se ponen de acuerdo y lo firman con el compromiso de cumplirlas. Es decir es un acuerdo entre dos o más partes donde se definen una serie de reglas para la interacción que quieren realizar.
En 1994, en la ciudad de Kolomna en la provincia o el “Oblast” de Moscú nacía Vitaly Buterin, programador genio detrás de Ethereum, una plataforma de software de código abierto que adoptando la tecnología de cadena de bloques, expande el universo de aplicaciones descentralizadas al desarrollar junto a Gavin Wood y otros expertos, el Ethereum Virtual Machine (EVM), estableciendo la funcionalidad de ejecutar programas automáticos inteligentes o “smart contracts”, en un entorno de tiempo de ejecución, convirtiendo a su proyecto en un gran ordenador mundial descentralizado capaz de ejecutar instrucciones que permiten resolver cualquier tipo de cuestión y eliminar muchos procesos.
Sin necesidad de intermediarios o largas revisiones de papeles. Los smart contracts son códigos o programas que se ejecutan en la tecnología blockchain y que permiten luego de evaluar las cláusulas de un contrato, su cumplimiento de manera automática cuando se cumplen ciertas condiciones, todo sin necesidad de un tercero, sea abogado o notario que supervise cada etapa del cumplimiento, haciendo que los acuerdos sean más rápidos, seguros, y accesibles para todos.
Al eliminar intermediarios y automatizar procesos, los acuerdos se pueden ejecutar en cuestión de segundos, no se tiene que esperar días o semanas para que se firme un documento o para que alguien procese la información. Todo se hace de inmediato, reduciendo los tiempos de espera significativamente con la seguridad de que todo se ejecuta en la blockchain, pues una vez que se codifica un contrato no se puede cambiar, lo que garantiza que las condiciones del acuerdo se cumplan tal como fueron programadas. Esto evita fraudes o manipulaciones, ya que nadie puede alterar el contrato sin que todos los involucrados lo sepan, además con el ahorro de costos que significa no tener abogados, notarios, bancos, simplificando operaciones de manera útil para todos, en especial empresas pequeñas y medianas.
La aplicación de esta tecnología es muy amplia, desde las tradicionales compra y ventas de bienes en las cuales la propiedad puede traspasarse de manera automática cuando se reciba el pago completo, un seguro de viaje que se active de manera automática con un reembolso una vez verificado en tiempo real, la cancelación o atraso de un vuelo, el rastreo de productos que permita penalizaciones automáticas si no llega a destino con las condiciones pactadas, la gestión de los derechos de autor en la música con artistas recibiendo sus regalías de manera automática cada vez que sus creaciones sean reproducidas en las diferentes plataformas, pero su aplicación en gobernanza, votaciones contratos de trabajo por horas, en la ciencia ficción que significa el internet de las cosas (IoT), en fin casi en toda actividad donde es necesaria un contrato físico es posible pensar la aplicación para un smart contract rápido, seguro, accesible y económico.
Aunque los smart contracts tienen un gran potencial, es muy importante entender que no todo es tan sencillo, estos instrumentos no se adaptan fácilmente a situaciones imprevistas, carecen de flexibilidad y como cualquier tecnología debe ser bien aplicada, requieren de una programación precisa en medio de una correcta interpretación de las leyes aplicables. Por ello es fundamental que el diseño y la implementación sean realizados por expertos de forma que realmente se cumpla con lo que se acuerda y estén alineados con las normativas legales. En Gallegos, Valarezo & Neira, nuestro equipo especializado en Nuevas Tecnologías está capacitado para brindarle la asesoría necesaria para su tranquilidad.